Lo tenía todo listo. La maleta, el corazón convencido y los cigarros en el bolsillo. Todo listo para salir, todo preparado para escapar.
Me subí al metro y empecé a avanzar pensando qué iba a hacer una vez que ya no estuviera aquí. Saltar por una montaña, darle pan a las palomas o quizás subirme al hombro de un gigante, como los románticos, para analizar la perspectiva. Era un plan perfecto, sin fallas ni errores, pero el destino no lo quiso así.
Justo hoy, las salidas de emergencia estaban bloquedas. Así que no me quedó más que volver con los pies empapados, observando como el cielo llora todas las penas que una no puede derramar.
miércoles, 23 de junio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
aaaawww lindo
saludos
Publicar un comentario